sábado, 24 de diciembre de 2011

Tienes toda la razón, soy incomprensible, y es que no me entiendo ni yo misma. A las doce y media puedo estar de súper buen humor y la una menos cuarto puedo estar de una mala hostia increíble; el Lunes puedo tener ganas de comerte a besos, y el Martes, no quiero ni mirarte a la cara. No te pido que me entiendas, ni siquiera que intentes entenderme, porque ese es un reto que nunca he conseguido superar. Sólo te pido que a pesar de mis cambios de humor y de opinión sigas a mi lado y que nunca, nunca, me abandones, porque aunque sea difícil, todo tiene su recompensa

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